"No es posible asegurar el futuro. Sólo es posible perder el presente" -Ivan Klima-

domingo, 8 de septiembre de 2013

Qué ingredientes necesito para (empezar a) emprender

En estos tiempos en que una de las pocas alternativas profesionales que se plantean en el horizonte es la de emprender nuestro propio negocio, la pregunta para todas aquellas personas que hasta ahora no se habían planteado establecerse por su cuenta es obligada, ¿por dónde empiezo?

Este artículo, con el único ánimo de ofrecer una visión no técnica y lo más clara posible, no pretende ser exhaustivo, sino orientativo sobre algunos de los ingredientes básicos iniciales necesarios para empezar a cocinar la receta del emprendimiento.

Existen algunos ingredientes fundamentales para elaborar esta receta, que en fases más avanzadas, añadirá otros nuevos ingredientes y aderezos en función del tipo de negocio que queramos poner en marcha, hasta conseguir el "emplatado final", pero éstos no deberán faltar en tu cocina antes de empezar a cocinar:


1- Motivación.

En primer lugar para emprender, como para casi todo, necesitamos motivación. Pero la motivación no entendida como "buen ánimo", que es aquello que coloquialmente entendemos por motivación, sino que se trata de tener "motivos" para hacerlo. Decía Alfonso Alcántara que "estar motivado no es estar animado, sino tener motivos", razones de peso que me van a llevar hacia la acción.

Los motivos pueden ser internos (motivación intrínseca: siempre me ha atraído iniciar nuevos proyectos, liderar iniciativas, ser mi propio jefe, autogestionarme, etc.) o externos (motivación extrínseca: no encuentro trabajo por cuenta ajena y es una alternativa, necesito recibir ingresos, busco un horario que me permita compatibilizar mi vida laboral y familiar, etc.), pero necesito tenerlos para decidirme a emprender y empezar a hacer algo para conseguirlo.

Evidentemente, cuanto más valor o peso tengan dichos motivos o razones para cada uno/a de nosotros/as, mayor probabilidad de éxito y capacidad de afrontar los momentos difíciles que aparecerán en el camino.


2- Competencias.

Entendidas como la capacitación necesaria para el desempeño con éxito de todo lo que va a suponer poner en marcha un negocio propio.

En este apartado dividiría las competencias en dos tipos:

Competencias técnicas: que serán todas aquellas relacionadas con la puesta en marcha y funcionamiento posterior de una actividad empresarial (plan de empresa y viabilidad empresarial, marketing y comercialización, gestión contable y económica, gestión de recursos humanos y materiales, etc.) y aquellas concernientes al sector de actividad concreto en cada caso.

Evidentemente, no es necesario que una misma persona cuente con un alto grado de competencia en todas y cada una de las áreas de gestión de la empresa, ya que probablemente cuente con socios colaboradores internos y/o colaboradores externos que se encarguen de algunas funciones de la gestión del negocio, pero es el/la emprendedor/a promotor/a del negocio quien se debe asegurar que dichas competencias están cubiertas entre todos sus miembros, ya sean internos o externos (en el caso de externalización de servicios).

Competencias transversales personales o interpersonales, que son aquellas que implican habilidades y destrezas en relación con la persona emprendedora o su relación con otras personas, pero no se trata de conocimientos ni habilidades técnicas de gestión, ni tan solo exclusivas de personas emprendedoras, sino comunes a muchos empleos por cuenta ajena, pero imprescindibles para complementar la parte técnica en la puesta en marcha y gestión diaria del propio negocio, tales como la capacidad de planificación y gestión del tiempo, la capacidad de negociación, el liderazgo, la resolución de problemas y toma de decisiones, el trabajo en equipo, creatividad e innovación,

Será clave autoevaluar mis competencias actuales, potenciar y aprovechar aquellas con que cuento en mayor grado y desarrollar y entrenar aquellas deficitarias en mi perfil competencial.


3- Idea/s de negocio.

Necesitamos contar con una semilla que sea el origen de nuestra futura actividad, pero ¿de dónde surgen las ideas de negocio? De cualquier lugar. Algunas personas piensan que no son lo suficientemente creativas como para tener "la gran idea" que le vaya a dar el impulso necesario para poner su negocio en marcha. Lo cierto es, por una parte, que la generación de ideas se puede entrenar, y en parte está relacionada con la "actitud" más que con la "aptitud". Se trata de ver la realidad con "otros ojos", desde la perspectiva de buscar soluciones a problemas o necesidades que detectamos a nuestro alrededor.

Por otra parte, es cierto que hay personas muy creativas e innovadoras a la hora de tener ideas, pero es muy importante destacar que este ingrediente, el de la idea de negocio, por sí sólo no tiene valor, si no está bien combinado con el resto de ingredientes. Es decir, es mejor una idea poco original e innovadora pero bien planteada y ejecutada, que una idea genial mal planteada y ejecutada.

Las ideas de negocio surgen de cualquier lugar, lo que no quiere decir que surjan de la nada bajo un halo de inspiración divina, sino que las fuentes pueden ser múltiples.

Así, suelen ser el resultado de un proceso de investigación constante, de un conocimiento exhaustivo de un sector, de la situación económica, de las costumbres de la gente, de las necesidades de los consumidores, etc. De esta manera podemos recurrir a nuestra experiencia profesional pasada en las organizaciones en las que trabajamos, para analizar el sector y qué necesidades no quedaban cubiertas para los clientes, o bien cuestionarnos y replantearnos continuamente situaciones o problemas cotidianos de la gente que podrían ser fuente de una potencial idea de negocio.

Lo importante es estar en proceso continuo de investigación y cuestionamiento, quizá encontremos lo que buscábamos o por el contrario encontremos algo incluso mejor (lo que se llama serendipia o serendipity, que en el futuro tendremos tiempo de tratar en profundidad).


4- Una metodología.

Una vez que contamos con los motivos, las competencias y la idea de negocio, precisaremos de herramientas para trazar un plan, es decir, una metodología que me permita convertir esa idea de negocio realmente en una actividad empresarial tangible y, sobretodo, sostenible económicamente.

El método nos ayudará a convertir la "idea de negocio" en un "modelo de negocio". La idea de negocio nos indica qué vamos a hacer, pero suele ser un planteamiento aislado de lo que vamos a hacer de manera genérica (por ejemplo, poner una cafetería en tal zona, o montar una consultora de formación), sin detalle ni conexión con otras variables clave a tener en cuenta, tales como los clientes, los canales, los recursos y actividades, etc.

El modelo de negocio definirá qué voy a ofrecer a mis clientes para solucionar sus problemas o necesidades, cómo me voy a organizar para hacerlo y por último, cómo voy a ganar dinero haciéndolo.

En posteriores artículos hablaremos de herramientas y metodologías concretas para diseñar nuestro modelo de negocio (como la metodología Canvas de modelos de negocio), que nos ayudarán a aterrizar nuestra idea en lo concreto, obligándome a trazar las líneas maestras de cómo pretendo hacer lo que planteo en la misma, para empezar a "esbozar" el plan de mi negocio.

Una vez que cuente con el diseño de mi modelo de negocio, ya tengo buen trecho recorrido, pero es recomendable realizar un Plan de Empresa o Negocio, que me ayudará a dar respuesta a múltiples preguntas sobre problemas o dificultades que irán surgiendo en el futuro de la puesta en marcha de mi negocio. Asimismo, se hace necesario hacer un análisis económico y una previsión para anticipar y prever mis futuros ingresos en relación con mi estructura de costes.

En definitiva se tratará de contar con un plan, diseñar una hoja de ruta a seguir, en la que analizamos, prevemos y anticipamos aquello que va a ocurrir. Evidentemente, los planes rara vez se cumplen al cien por cien, pero minimiza riesgos y nos ahorrará muchos quebraderos de cabeza.

Hay un dicho en el ámbito del Ajedrez que reza "Un plan malo es mejor que no tener ningún plan".


5- Pasión.

El último ingrediente es opcional, pero muy recomendable. Si conseguimos que nuestra pasión sea nuestro negocio o viceversa, nuestras posibilidades de superar dificultades crecen exponencialmente.

Decía César Llorente, autor de "Coworking: compartir para emprender", que una de las preguntas que nos tenemos que hacer a la hora de emprender un negocio es "¿A tí te pone hacer eso?¿te apasiona?"

Este ingrediente será clave en momentos de mala mar durante la travesía, ya que como dice Andy Freire, autor de "Pasión por emprender", "emprender es estar dedicado en mente, cuerpo y alma todo el tiempo al proyecto, aunque esto pueda afectar un poco a las amistades y relaciones familiares", por lo que el hecho de que nos apasione lo que hacemos reduce enormemente el riesgo de abandono del barco.


Procederemos a introducir todos los ingredientes en la olla, con mucho cariño, y en la medida de lo posible a fuego lento en las primeras fases pero sin que deje en ningún momento de hervir... El tiempo de cocción dependerá de la calidad de los ingredientes y de la destreza del cocinero.

En definitiva, podemos resumir la receta básica del emprendimiento en una frase que leí por las redes sin denominación de origen que decía:

"Emprende con los pies en el suelo, la cabeza en las nubes y el corazón en las manos"


Bon appétit!