En estos días en los que la inestabilidad y el dolor se torna reproche, resulta difícil discernir entre víctimas, culpables y cómplices.
Sería muy pretencioso pretender estar en posesión de la verdad absoluta o de pretender ofrecer una explicación coherente y razonable a lo que durante estos últimos días sucede a nuestro alrededor.
Hace tiempo aprendí que no conviene precipitarse para casi nada, aunque en muchas ocasiones no logre aplicarlo. Por eso, en esta ocasión me limitaré a lanzar una única reflexión que me ronda desde hacer un tiempo la cabeza, y que expresaba con tanta lucidez Eduardo Galeano:
"Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto"
Vivimos en un mundo que se enroca en buscar culpables y errores, en detrimento invertir esfuerzos y tiempo en buscar soluciones, provocando que muchos hablemos y repliquemos aquello que oímos que dijo quien nos interesa, pero pocos escuchemos y comprendamos aquello que dice quien no nos interesa, porque eso supone un esfuerzo que no estamos dispuestos a realizar.
Dijo Galeano (parece que hoy me dio por inspirarme con sus palabras) que "uno de los vicios del mundo en el que nos toca vivir es que tiene una perversa manía de poner una etiqueta en la frente de cada persona... quizá para poder manipular mejor a la condición humana. Clasificarnos sería una manera de tenernos prisioneros".
Dijo Galeano (parece que hoy me dio por inspirarme con sus palabras) que "uno de los vicios del mundo en el que nos toca vivir es que tiene una perversa manía de poner una etiqueta en la frente de cada persona... quizá para poder manipular mejor a la condición humana. Clasificarnos sería una manera de tenernos prisioneros".
Vivimos en un mundo que prioriza el continente sobre el contenido, la forma sobre el fondo, lo efímero a lo duradero, la inmediatez a la parsimonia y el sosiego, lo impulsivo a lo reflexivo... un mundo que nos ofrece "emociones enlatadas" de consumo rápido y digestión ligera, un mundo de cruce de grandes titulares opuestos entre sí, que nos polarizan y nos enfrentan cada día un poco más a cada uno/a de nosotros/as. Eso sucede porque v
ivimos en un mundo donde para ganar pensamos que alguien tiene que perder.