Estos/as niños/as dan una lección de cómo afrontar la derrota y la competición. No juegan para ganar ni para ser mejores que los otros, sino porque se divierten, simplemente. No se enfadan, no se frustran, no sufren... sólo se divierten.
Viven la esencia del deporte sin el componente competitivo:
- Se divierten
- Aprenden
- Respetan al adversario
- Respetan a sus compañeros/as
- Ayudan al equipo
Nos evocan la esencia de todos aquellos valores que demasiado a menudo olvidamos:
- Humildad: No la falsa humildad, sino el respeto por sí mismo sin aspavientos y sin prepotencia.
- Compromiso: Adquirir compromiso con el equipo, pese a los resultados negativos.
- Sencillez: No dramatizan la derrota, sino que la expresan en términos de que forma parte del juego.
- Espíritu deportivo: mantienen el verdadero espíritu deportivo de saber perder y felicitar al ganador.
- Respeto: Siempre mantienen el respeto por el rival y los propios compañeros.
- Superación personal y colectiva: El espíritu de superación propio, no en relación con los rivales.
- Pasión: Entusiasmo y diversión por lo que hacen, independientemente de ganar o perder. Disfrutar del camino, no sólo del destino.
El foco no está en superar a los otros, sino a sí mismos. Toda una lección.
“Las dudas no se superan, convives siempre con ellas. Lo que sí que puede hacer uno es dar lo máximo cada día, y esforzarse para hacer las cosas mejor día a día”
Rafa Nadal