"No es posible asegurar el futuro. Sólo es posible perder el presente" -Ivan Klima-

sábado, 29 de enero de 2011

Yo lo veo así (Parte II): Un día perfecto.

Sigo observando a mi hijo de 10 meses con atención en sus pequeños (y grandes al mismo tiempo) pasos evolutivos... desconcertado por momentos, otras veces totalmente confundido, pero siempre con asombro y totalmente entusiasmado. Es curioso ver, por ejemplo como constantemente coge objetos que deja caer incesantemente... hecho que acaba por desesperar al Santo Job, hasta que te das cuenta que lo repite una y otra vez para descubrir el espacio (medir visualmente la distancia que recorre el objeto, descubrir auditivamente los diferentes sonidos, descubrir la relación causa-efecto, etc.), y no para fastidiarnos.

En cualquiera de los casos, como casi todos los bebés, contagia esa energía vital ("Élan vital" que llamaba Henri Bergson) que transmite ternura, pasión, entusiasmo... buen rollo. Y cómo nos pasa a la mayoría de los humanos, acabamos por perder ese Mojo que llamaba Austin Powers (ese aura que dirían los esotéricos) de manera gradual a medida que vamos perdiendo la libertad para seguir tirando objetos al suelo para ver cómo caen y oír como suenan sin que nadie lo recrimine.

Cuenta Benjamin Zander, director de la filarmónica de Boston, una anécdota que le pasó en un bar mientras comía con un amigo. Cuando iba a comer le faltaba un cuchillo y llamó a la camarera al son de "I have a perfect live, but I don't have a knife" (tengo una vida perfecta pero no tengo un cuchillo). En la mesa de al lado una niña se tomó la expresión con mucha gracia. Al día siguiente volvió al bar y la niña volvía a estar allí con sus padres, y como ya se conocían, Zander le preguntó "¿Cómo estás hoy?", a lo que la niña respondió "¡Perfecto!". Y cuando se marchaba con sus padres Zander le dijo "Qué tengas un día perfecto", a lo que la niña respondió "Lo tendré".

Una pequeña niña entendió aquello que Zander transmitía, que era que no son tan importantes las circunstancias como lo que hacemos con ellas. Y por ello, en gran parte, tener un día perfecto, depende de tí mismo.

Intento no caer en la psicolabia (o palabrería pseudo-psicológica tendenciosa hacia la autoayuda) de predicar ver la botella medio llena pase lo que pase, sino de ver las cosas desde otro prisma para poder actuar de diferente forma, o actuar de diferente forma para acabar viendo las cosas desde otro prisma, si es que lo que veo no me gusta.

Quizá, parte de la clave radique en reactivar esa energía, esa pasión, esa curiosidad que los niños tienen y que muchos casi hemos perdido.

No se trata de ver la parte buena de lo malo, sino de ver oportunidades donde creemos (aparentemente) que no las hay, y generar aquellas conductas que nos conduzcan a llevarlas a la práctica. No hay actitud positiva sostenible si no va acompañada de lo que nos pase sin que tenga éxito real. No valen las palmaditas en la espalda si estamos al borde de la piscina y no sabemos nadar... . Otro debate será si es primero el huevo o la gallina, la actitud o lo que hacemos, cognición o conducta. En cualquier caso, una cosa debe acompañar a la otra.

Ríete para ser feliz o sé feliz y te reirás, o viceversa. En cualquier caso tendrás un día perfecto.

"Me gusta la gente que sabe de la importancia de la alegría y la predica.
La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor.
La gente que nunca deja de ser aniñada.
Me gusta la gente que con su energía contagia"
-Mario Benedetti-




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